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Fibromialgia
La fibromialgia se caracteriza por una sensación dolorosa generalizada en los músculos y tejidos fibrosos del cuerpo, sin ser una enfermedad maligna, porque no destruye las articulaciones, no ocasiona lesiones irreversibles, ni deformidades, el impacto que origina puede ser limitante en muchos casos.
Para la medicina complementaria la fibromialgia es un alarma del alma, es la enfermedad de las emociones no expresadas. Es el fruto de un conflicto interno que lo hemos generado nosotros mismos.
Su origen se encuentra en los patrones culturales, familiares y sociales rígidos, que proceden represión o abuso en la infancia. El niño copia estos patrones para sentirse querido, y se convierte en obediente y sumiso sin serlo, y empieza a desarrollar una falsa personalidad, apartándose de su esencia. Los efectos psico-emocionales que acompañan a la persona son: el orgullo perfeccionista para sentirse valorado por el entorno y la ira contenida, una emoción que, si no se libera, es devastadora para la salud.
A través de la Sanación Pránica, se puede ayudar de forma integral a tratar la fibromialgia, entregando alivio del dolor desde la primera sesión, reestableciendo gradualmente la movilidad del cuerpo físico a través del aumento de los niveles de energía y de esta forma mejorar el estado anímico del paciente, ayudándolo a liberar sus emociones reprimidas, para finalmente sanar emocional y físicamente, sin efectos secundarios.

¿Por qué es tan importante la Fe?
La Fe es importante porque nos permite creer en algo más grande que nosotros mismos. Nos ayuda a mantenernos fuertes en tiempos difíciles y nos da esperanza para el futuro. La Fe también nos permite conectarnos con nuestra espiritualidad y encontrar la paz dentro de nosotros mismos.
«La Fe es tener la plena seguridad de recibir lo que se espera; es estar convencidos de la realidad de las cosas que no vemos».
La Fe nos conecta con nuestra espiritualidad y nos ayuda a encontrar la paz dentro de nosotros mismos.
La Fe puede ayudarnos a encontrar significado en nuestras vidas y un sentido de propósito, esto hace que dirijas todo tu esfuerzo y energía a lo que es importante. Cuando vivimos nuestras vidas con Fe, es más probable que veamos la mano de Dios, el universo o un ser superior trabajando en todo lo que sucede, tanto bueno como malo.
La Fe genera abundancia, cuando tenemos dificultades, tendemos a perder la Fe, pasamos de un estado de abundancia a uno de carencia, llenando la mente de pensamientos negativos. La Fe te ayuda a abastecer la abundancia en tu corazón y en tu espíritu. Te conecta con tu parte espiritual, consiguiendo que rechaces lo negativo, sustituyéndolos por pensamientos positivos. Si el pensamiento es de abundancia y mantienes una fe inquebrantable, comienza a atraer la abundancia hacia ti. Si, por el contrario, te dejas vencer por las dificultades y pierdes la fe, verás lo rápido que comienzas a perder la abundancia y hace la aparición la carencia.
La fe nos da valor para defender lo que es correcto, se necesita valor para defender lo que crees, especialmente cuando va contra la corriente. Pero cuando tenemos Fe, sabemos que Dios está de nuestro lado y que Él nos dará fuerza para poder hacer lo correcto, incluso cuando sea difícil.
La Fe ayuda a superar los miedos, a menudo son nuestros miedos los que nos impiden avanzar en la vida, y enfrentarlos, a veces puede ser difícil, pero el que tiene Fe y a Dios en su corazón, nada es imposible.
La Fe triunfa sobre el estrés y la ansiedad, estas son algunas de las emociones que nos invaden en tiempos difíciles. No quiere decir que ignores la situación por la que estés pasando, se trata de creer, en el fondo de tu corazón y de tu alma, que la situación mejorará y trabajas para lograrlo.
La Fe puede brindar consuelo en momento de dolor y de duelo, muchas veces pasamos por momentos que nos causan mucho dolor y en los cuales puede ser difícil encontrar consuelo. Las personas creyentes se apoyan en la fe para conseguir consuelo, convierten la Fe en un refugio que les permite soportar el dolor. También les da consuelo en momentos de duelo, logran aferrarse a la Fe para poder aceptar la pérdida y superarlo. La Fe les aporta serenidad y sosiego.

El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional
Dolor y sufrimiento: uno nos fortalece, el otro nos destruye
Estos dos conceptos, aunque muchas veces aparezcan unidos, son diametralmente opuestos, el primero es temporal y el otro puede eternizarse.
El dolor es una reacción natural, este dura un tiempo limitado. Surge en respuesta a una circunstancia concreta y se va mitigando poco a poco.
El sufrimiento se basa en la resistencia, y es precisamente esta actitud la que nos impide salir de la oscuridad. Para eliminar una emoción negativa es imprescindible aceptarla, sentirla y atravesarla. Cuanto más empeño ponemos en negar o reprimir nuestras emociones, más fuerte se vuelve el malestar.
El dolor emocional, puede ser provocado por una ausencia, un maltrato, una traición, entre otras circunstancias. Cada persona puede sentirlo de forma más o menos intensa, según su historia de vida y sus creencias. También es necesario que sintamos el dolor emocional, para identificar las personas y situaciones que no nos hacen bien y tomar decisiones al respecto. Sin embargo, debemos considerar que no involucrarnos emocionalmente con los que nos rodean, quizás impida que nos lastimen, pero también evitará que formemos con ellos vínculos enriquecedores. No solo sería aburrido, también triste.
Nos ayudaría mucho aprender de los seres humanos resilientes, para los que el sufrimiento dura poco, que después se enjuagan las lágrimas, se sacuden el polvo y siguen adelante.
La siguiente vez que te pase algo doloroso, date tiempo para recuperarte. Busca a un amigo que sepas que te va a acompañar empáticamente, déjalo estar a tu lado en el proceso de sanación de la herida y, cuando estés listo, decide dejar de sufrir. Volverás a ser tú poco a poco.
Si tú eres ese amigo a quien alguien más necesitan, recuerda que no puedes ayudar desde una posición cómoda, pidiendo a quien sufre que salga de donde está y vaya donde estás tú. Necesitas bajar a ese sitio oscuro y sin esperanza donde está él, acompañarlo hasta que baje el dolor, disminuya el sufrimiento y puedan salir juntos.
Recuerda siempre:
La gente olvidará lo que dijiste y lo que hiciste,
Pero nunca olvidará cómo lo hiciste sentir.

¿Qué son el estrés y la ansiedad?
La mayoría de las personas experimenta estrés y ansiedad ocasionalmente. El estrés es cualquier demanda impuesta a tu cerebro o cuerpo físico, es una respuesta a una amenaza reconocida, por ejemplo, rendir una prueba, sentirse avergonzado en ciertas situaciones sociales. Las personas pueden reportar sentirse estresadas cuando se les imponen múltiples obligaciones. La sensación de estar estresado puede ser desencadenada por un evento que te hace sentir frustrado o nervioso. La ansiedad es un sentimiento de miedo, preocupación o malestar. Puede ser una reacción al estrés, o puede ocurrir en personas que no pueden identificar factores estresantes significativos en su vida.
El estrés o la ansiedad no siempre son malos. A corto plazo, pueden ayudarte a superar un desafío o una situación peligrosa.
Sin embargo, si el estrés y la ansiedad comienzan a interferir con tu vida diaria, puede indicar un problema grave. Si estás evitando situaciones debido a miedos irracionales, te preocupas constantemente o experimentas ansiedad severa por un evento traumático semanas después de que sucedió, puede ser el momento de buscar ayuda.
También existen estrategias de relajación que pueden ayudar a las personas a enfrentar el estrés y la ansiedad. Estas incluyen:
- Ejercicios de respiración, inspirar por la nariz contando hasta 4, retienes 1 y exhalas por la nariz contando hasta 4 y retienes 1.
- Enfocarse en una palabra tranquilizante como “paz” o “calma”.
- Cerrar los ojos y visualizar un escenario tranquilo, como una playa o una pradera.
Las personas pueden:
- Aceptar que no pueden controlar todo.
- Conformarse con lo mejor que tienen en lugar de esperar la perfección.
- Conocer qué desencadena su estrés y ansiedad.
- Limitar la cafeína y el alcohol.
- Comer comidas bien equilibrada.
- Dormir suficiente.
- Hacer ejercicios.

¿Qué es la intuición?
Es el Alma que nos habla
No es magia ni embrujo, sino esa sutil capacidad que nos hace inclinar la balanza hacia un lado, ella quien en poco más de dos segundos nos permite valorar si una persona es de fiar o no.
Si por algo ha interesado desde siempre el estudio de la intuición, es por ser esa estrategia que guía gran parte de nuestras decisiones cotidianas. Tomar un camino y no otro, desconfiar de alguien, declinar una oferta de trabajo, aceptar un proyecto. Hay quienes meditan mucho las cosas, otros, en cambio, se dejan llevar por ella: por la intuición.
Nadie puede garantizarnos que por seguir nuestra intuición vayamos a tomar las decisiones más exitosas. No obstante, lo que sí conseguiremos es un aspecto igual de importante: actuar de acuerdo con nuestras esencias, valores, emociones y valoraciones obtenidas de acuerdo con nuestras experiencias previas. Daremos un paso con adecuado equilibrio interior.
La intuición se siente más que se piensa. Por ello, es necesario saber escuchar nuestras emociones, entender qué acontece en nuestro mundo interior para encontrar calma y equilibrio.
Escucha más a tu intuición que a tu razón.

¿Qué es la Emoción y el Sentimiento?
Las emociones son reacciones inconscientes que todos experimentamos y nos ayudan a afrontar mejor las situaciones: alegría, tristeza, miedo, ira…. Son conocidas por todos nosotros, pero no por ello dejan de tener complejidad. Aunque todos hemos sentido la ansiedad o el nerviosismo, no todos somos conscientes de que un mal manejo de estas emociones pude acarrear un bloqueo o incluso la enfermedad.
Las emociones son esenciales para la memoria, para la toma de decisiones, para nuestros juicios y razonamientos, para nuestra conducta, nuestras relaciones sociales y nuestro bienestar.
Las experiencias emocionales son las más valoradas, los recuerdos que conservamos son mayoritariamente emocionales, decidimos muchas veces de manera emocional, las emociones nos preparan, nos motivan y nos guían. Nos ponen en marcha ante una situación de peligro y nos permiten mantenernos a salvo o reaccionar, porque aparecen de forma instantánea tras la presentación de un estímulo, son de corta duración.
Los sentimientos son la suma de la emoción + un pensamiento, son más duraderos que las emociones y están más vinculados a los procesos reflexivos, porque se deben a las evaluaciones, interpretaciones y atribuciones que hacemos de nuestros sucesos internos y externos, en donde tomamos consciencia de nuestro estado de ánimo y qué estamos sintiendo.
Los sentimientos nos hacen humanos, nos hacen personas y por ello comprender su significado y los tipos de sentimientos que podemos experimentar nos ayudará a comprendernos mejor a nosotros mismos y a establecer relaciones más próximas y saludables.
Las personas a lo largo de nuestra vida experimentamos infinitos sentimientos positivos y negativos, los cuales nos producen sensaciones de agrado y desagrado, los sentimientos negativos son necesarios para nuestro desarrollo y progreso como personas. No obstante, es importante hacer una correcta gestión de los sentimientos negativos, pues al contrario de los positivos pueden ser los precipitantes de elevados niveles de estrés y angustia y con ello, generar problemas de salud física o psíquica.

¿Qué es la enfermedad?
Es la pérdida de la armonía que se produce en la conciencia, en el plano de la información, y en el cuerpo sólo se muestra. Por consiguiente, el cuerpo es el vehículo de la manifestación o realización de todos los procesos y cambios que se producen en la conciencia. Por ejemplo: un automóvil lleva varios indicadores luminosos que sólo se encienden cuando existe una grave anomalía en el funcionamiento del vehículo. Si, durante un viaje, se enciende uno de los indicadores. Nos sentimos obligados por la señal a interrumpir el viaje. Por más que nos moleste parar, comprendemos que sería una estupidez enfadarse con la lucecita; al fin y al cabo, nos está avisando de una perturbación que nosotros no podríamos descubrir con tanta rapidez, ya que encuentra en una zona que es «inaccesible». Por lo tanto, nosotros interpretamos el aviso de la lucecita como recomendación de que llamemos a un mecánico que arregle lo que haya que arreglar para que la lucecita se apague y nosotros podamos seguir el viaje. Pero nos indignaríamos, y con razón, si, para conseguir este objetivo, el mecánico se limitara a quitar la lámpara. Desde luego, el indicador ya no estaría encendido y es lo que nosotros queríamos, pero el procedimiento utilizado para conseguirlo sería muy simplista. Lo procedente es eliminar la CAUSA de que se encienda la señal, no quitar la bombilla. Pero para ello habrá que apartar la mirada de la señal y dirigirla a zonas más profundas, a fin de averiguar qué es lo que no funciona.
La señal sólo quería avisarnos y hacer que nos preguntáramos qué ocurría.
Lo que en el ejemplo era el indicador luminoso, en nuestro cuerpo es el síntoma o la enfermedad. Aquello que en nuestro cuerpo se manifiesta como síntoma es la expresión visible de un proceso invisible y que requiere toda nuestra atención y nos indica que debemos quitar la mirada de la señal y buscar la CAUSA.
Una enfermedad grave o cronológica es como una silla de tres patas que se sustentada de forma genética, ambiental o emocional, si a la silla le sacamos una de sus patas se cae, lo mismo pasa con la enfermedad.
Este blog es meramente informativo.